Ginna Otero Serpa
Confluencia de mujeres Atlántico
El territorio es una
construcción social desde la historia, la representación y la apropiación simbólica y material que los
sujetos hacen del espacio. El territorio es una realidad de la dinámica social
en la que se desarrollan aspectos económicos, políticos, culturales y de
identidad que se manifiesta en el uso y control del espacio físico.
En las últimas
décadas América latina experimentó un crecimiento en las poblaciones urbanas producto de los
movimientos de poblaciones rurales, en Colombia como en la mayoría de los
países de Latinoamérica estos movimientos se dieron como consecuencia del
modelo económico que centralizó el desarrollo industrial y post- industrial en
las grandes ciudades y agudizó la exclusión histórica y social existente en las
poblaciones rurales. En el país el
conflicto social y armado generado a partir de las disputa por la tenencia de
la tierra agudizó las migraciones de poblaciones étnicas y rurales a las áreas
urbanas.
En el territorio urbano se expresan las
complejidades de los procesos y de las relaciones sociales, económicas y
culturales, es modelado y producido por la dinámica social en la que se
reflejan los cambios producidos por las economías. Las áreas urbanas no son de
ninguna manera áreas estáticas, por el contrario, están sujetas a cambios y
mutaciones muchísimo más elevadas que en las áreas rurales, estas formas
constitutivas se modifican constantemente en función de las transformaciones
estructurales y coyunturales de la sociedad en un continuo desarrollo, las transformaciones operadas como consecuencia
de los avances de la reestructuración y de la globalización, la producción del
territorio ha quedado en lo esencial, en manos del capital privado, actuando
básicamente según las indicaciones de un mercado escasamente regulado.
En este sentido las
luchas por el territorio urbano se enfrentan a las contradicciones de las
políticas de desarrollo urbano producto de la globalización y la apertura económica. Los contrastes en el
territorio urbano se agudizan y crecen. Una nueva geografía social se evidencia
con el incremento de los enclaves de la
pobreza, que contrastan fuertemente con el aumento de riqueza en los sectores
de más alto consumo, con patrones homogeneizados a escala internacional.
Debido al incremento
de las poblaciones urbanas, aparece un nuevo fenómeno de sub-urbanización. En
las periferias se presentan dos propuestas, por un lado las que son impulsadas
por los sectores privados dirigidas a un segmento de la población que es
homogénea y de ingresos económicos medios y altos. Y por otro lado el impulso
de proyectos de vivienda de interés social y los asentamientos de las
comunidades desplazadas (Las mujeres son quienes más acceden a la vivienda de
interés social, en su mayoría son
mujeres cabeza de familia) mientras, las
primeras gozan de seguridad, zonas recreacionales bien acabadas y homogeneidad en la población, las segundas carecen de
todas estas, a esa situación se suman
los conflictos y violencias, el acceso parcial a los servicios públicos entre
otras.
Así mismo las mujeres
en los territorios urbanos se ven
despojadas del espacio público, obligadas a transitar lugares en los que haya
menor riesgo de comprometer su integridad física y mental. La infraestructura
juega con el miedo de las mujeres: los callejones oscuros, los parques, la
ausencia de alumbrado público, las zonas de tolerancia y drogadicción
constituyen en una amenaza latente y genera terror en la vida de las mujeres.
Dada la orientación
dominante de las políticas que se muestran en el territorio, orientadas a una
mayor competitividad de la estructura urbana, parece ineludible advertir que la
sostenibilidad de ese modelo competitivo demanda una atención privilegiada a
los desequilibrios sociales y espaciales que permita romper con los crecientes
círculos de pobreza. No parece creíble que estas ciudades resulten competitivas
y que puedan insertarse en el nuevo panorama económico mundial ofreciendo sus
ventajas comparativas, con una suerte de autonomía de las propias
contradicciones en su territorio urbano, sin considerar las nacionales y
regionales, si no se incluye como dimensión fundamental, más allá de los
imperativos macroeconómicos, el proceso social de construcción y negociación en
donde los intereses de los distintos actores sociales Puedan entrar en un
diálogo prepositivo que permita construir una eficiente Gobernabilidad.
No habrá definición
de política urbana, de políticas territoriales ni de vivienda social adecuada,
en el marco del ajuste estructural, si no están acompañadas De una fuerte
acción del Estado para el desarrollo social, lo cual implica trabajo,
Educación, salud y servicios básicos. A la vez, es necesario atender a las
fuertes Transformaciones socio demográficas
que implican políticas para la diversidad.
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