sábado, 30 de julio de 2016

LA PAZ; UN IMPERATIVO DE PAÍS

Por  largos años las mujeres hemos experimentado los rigores de la miseria y soportado el odio por el simple hecho de ser mujeres, pero también hemos sido testigas del  terror de un  sistema que nos quita el derecho a vivir una vida libre de violencias, a decidir sobre nuestros cuerpos. Un sistema que golpea sin piedad nuestra diversidad, que nos obliga a ser madres pero también nos arrebata nuestros hijos para llevarlos a la guerra y no reconoce nuestro aporte del cuidado a la economía del país, que nos quita la tierra y nos desplaza de nuestros territorios; un sistema capitalista patriarcal que ahoga nuestra existencia.
Colombia el territorio que vivimos, históricamente ha sido un país gobernado por una clase privilegiada que no brinda garantías a nuestros derechos como pueblo, al contrario continua explotando vidas y riquezas. Es una clase que se niega a reconocer   que la paz implica transformaciones, cambios en las estructuras económicas, políticas, culturales y ambientales; que necesita comprender que si hablamos de paz, las violencias estructurales, que afectan a la población y entre ellas a las mujeres deben eliminarse; violencias que   responden a las dinámicas de relación social de dominación y subordinación, acrecentadas por el modelo neoliberal en nuestro país, por esa razón se constituye en asunto de  reflexión política y social, en el entendido en que son una constante histórica en la que nos encontramos inmersas.
Como mujeres que construimos país con vida digna y de la mano de muchos procesos,  creemos firmemente que la paz con cambios y transformaciones son posibles de lograr si participamos todas y todos en su construcción; si sumamos nuestras voces y nuestras fuerzas a esta apuesta nacional por la solución política civilizada al conflicto armado social y político que padecemos por largos años.
Compartimos la iniciativa de la MESA SOCIAL PARA LA PAZ, como mecanismo valido y legítimo para la tramitación democrática del conflicto social y político que vivimos y acordar las transformaciones y garantías democráticas necesarias en dirección de avanzar en un proceso constituyente y en la construcción de la paz con justicia social.
La MESA SOCIAL PARA LA PAZ en este orden de ideas la asumimos como un espacio de interlocución y negociación con carácter vinculante que no depende pero que si es complementario a las negociaciones y acuerdos del gobierno con las insurgencias, que contribuya a sintetizar las negociaciones sociales parciales que se vienen dando (sectoriales, étnicas, regionales, etc.) en una negociación sobre los cambios necesarios para la paz, en lo político y en lo  económico, conducentes a transformar en clave de propuesta política los “acuerdos incumplidos” y las propuestas territoriales urbanas.
La construcción de la paz con justicia social debe expresarse en concreto en la igualdad de oportunidades, a vivir una vida libre de violencias, en el entendido que no solo estas se encuentran expresadas en las violencias basadas en genero sino en la negación de la justicia social, en el  goce  pleno de nuestros derechos fundamentales indispensables para vivir en dignidad; Así tener  un techo digno, acceder a  la salud, educación, recreación, movilidad, empleo estable con garantías y justos salarios,  a vivir sin violencias, a acceder a la tierra, créditos, asistencia técnica, maquinarias y  tecnologías socialmente apropiadas, transitar las calles de manera segura sin temor a la perdida de nuestra vida  son entre otros derechos que tenemos como persona humana.
En este contexto y en la presente coyuntura las mujeres asumimos un  fuerte compromiso con la construcción de cultura de paz, ciudadanía y derechos, entendiendo que la paz no es solo la cesación del conflicto armado entre el gobierno y las insurgencias, el conflicto armado es solo una cara de la realidad de violencias que afronta el país.

Sin callar, Juntas por la paz es nuestra invitación, pero también a  convocar a la construcción de una sola confluencia social y política de mujeres a la vez que disputar el sentido del concepto de paz, atrapada por quienes pretenden “reducirla al silenciamiento de las armas”. Un proceso de construcción de paz requiere apostar al buen vivir  que se construye con la participación de las mayorías, rescatando la participación de las comunidades en la elaboración y desarrollo en su visión y propuestas de paz. La paz es un imperativo de país.

Articulo Diario La Libertad. Escrito por: YULY OTERO VERGARA

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