Por
largos años las mujeres hemos experimentado los
rigores de la miseria y soportado el odio por el simple hecho de ser mujeres,
pero también hemos sido testigas del
terror de un sistema que nos
quita el derecho a vivir una vida libre de violencias, a decidir sobre nuestros
cuerpos. Un sistema que golpea sin piedad nuestra diversidad, que nos obliga a
ser madres pero también nos arrebata nuestros hijos para llevarlos a la guerra
y no reconoce nuestro aporte del cuidado a la economía del país, que nos quita
la tierra y nos desplaza de nuestros territorios; un sistema capitalista
patriarcal que ahoga nuestra existencia.
Colombia
el territorio que vivimos, históricamente ha sido un país gobernado por una
clase privilegiada que no brinda garantías a nuestros derechos como pueblo, al
contrario continua explotando vidas y riquezas. Es una clase que se niega a
reconocer que la paz implica
transformaciones, cambios en las estructuras económicas, políticas, culturales
y ambientales; que necesita comprender que si hablamos de paz, las violencias
estructurales, que afectan a la población y entre ellas a las mujeres deben
eliminarse; violencias que responden a
las dinámicas de relación social de dominación y subordinación, acrecentadas
por el modelo neoliberal en nuestro país, por
esa razón se constituye en asunto de
reflexión política y social, en el entendido en que son una constante histórica en la que nos
encontramos inmersas.
Como mujeres que construimos país con
vida digna y de la mano de muchos procesos,
creemos firmemente que la paz con cambios y transformaciones son
posibles de lograr si participamos todas y todos en su construcción; si sumamos
nuestras voces y nuestras fuerzas a esta apuesta nacional por la solución
política civilizada al conflicto armado social y político que padecemos por
largos años.
Compartimos
la iniciativa de la MESA SOCIAL PARA LA PAZ, como mecanismo valido y legítimo
para la tramitación democrática del conflicto social y político que vivimos y
acordar las transformaciones y garantías democráticas necesarias en dirección
de avanzar en un proceso constituyente y en la construcción de la paz con justicia
social.
La MESA
SOCIAL PARA LA PAZ en este orden de ideas la asumimos como un espacio de
interlocución y negociación con carácter vinculante que no depende pero que si
es complementario a las negociaciones y acuerdos del gobierno con las
insurgencias, que contribuya a sintetizar las negociaciones sociales parciales
que se vienen dando (sectoriales, étnicas, regionales, etc.) en una negociación
sobre los cambios necesarios para la paz, en lo político y en lo económico, conducentes a transformar en clave
de propuesta política los “acuerdos incumplidos” y las propuestas territoriales
urbanas.
La
construcción de la paz con justicia social debe expresarse en concreto en la
igualdad de oportunidades, a vivir una vida libre de violencias, en el
entendido que no solo estas se encuentran expresadas en las violencias basadas
en genero sino en la negación de la justicia social, en el goce
pleno de nuestros derechos fundamentales indispensables para vivir en
dignidad; Así tener un techo digno,
acceder a la salud, educación,
recreación, movilidad, empleo estable con garantías y justos salarios, a vivir sin violencias, a acceder a la
tierra, créditos, asistencia técnica, maquinarias y tecnologías socialmente apropiadas, transitar
las calles de manera segura sin temor a la perdida de nuestra vida son entre otros derechos que tenemos como
persona humana.
En
este contexto y en la presente coyuntura las mujeres asumimos un fuerte compromiso con la construcción de
cultura de paz, ciudadanía y derechos, entendiendo que la paz no es solo la
cesación del conflicto armado entre el gobierno y las insurgencias, el
conflicto armado es solo una cara de la realidad de violencias que afronta el
país.
Sin
callar, Juntas por la paz es nuestra invitación, pero también a convocar a la construcción de una sola
confluencia social y política de mujeres a la vez que disputar el sentido del
concepto de paz, atrapada por quienes pretenden “reducirla al silenciamiento de
las armas”. Un proceso de construcción de paz requiere apostar
al buen vivir que se construye con la
participación de las mayorías, rescatando la participación de las comunidades
en la elaboración y desarrollo en su visión y propuestas de paz. La paz es un
imperativo de país.
Articulo Diario La Libertad. Escrito por: YULY OTERO VERGARA
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